(Rufino Tamayo)
Academia de bailes programados
calesita sin música y sin luces
me atormentas.
Me atormentan los golpes
en las piedras
los ataques de sol que las carcomen
y me hieren los gritos de la espuma.
Vuelta a vuelta calesita
gira gira
ni un instante te detienes ni me das
ni un instante
de aire perfumado
danzando
los pies sobre la arena
sobre el pasto o sobre el barro
espejo de una lluvia de febrero
aquel verano.
Detente calesita
en esta esquina yo me bajo.
Hay un álamo, hay un río, un gallo ciego
un mate, una ronda y una zamba.
Hay un vino retinto con su brindis
una copa retibia y su caricia
un pandero, dos Gilberto, un birimbao.
Una luna dormida en su andariega
un Javier trotamundos
las torcazas y un jardín
oloroso a yerba buena
cedrón y peperina.
Y unos tambores
que despiertan la noche de los pájaros.
Detente calesita en esta esquina
yo me bajo.
Muchas gracias, hasta nunca
y fue un gusto
a saliva reseca y mucho hastío
a cuestiones sociales y sin gracia
a mentiras de ayer, de hoy
de siempre.
calesita sin música y sin luces
me atormentas.
Me atormentan los golpes
en las piedras
los ataques de sol que las carcomen
y me hieren los gritos de la espuma.
Vuelta a vuelta calesita
gira gira
ni un instante te detienes ni me das
ni un instante
de aire perfumado
danzando
los pies sobre la arena
sobre el pasto o sobre el barro
espejo de una lluvia de febrero
aquel verano.
Detente calesita
en esta esquina yo me bajo.
Hay un álamo, hay un río, un gallo ciego
un mate, una ronda y una zamba.
Hay un vino retinto con su brindis
una copa retibia y su caricia
un pandero, dos Gilberto, un birimbao.
Una luna dormida en su andariega
un Javier trotamundos
las torcazas y un jardín
oloroso a yerba buena
cedrón y peperina.
Y unos tambores
que despiertan la noche de los pájaros.
Detente calesita en esta esquina
yo me bajo.
Muchas gracias, hasta nunca
y fue un gusto
a saliva reseca y mucho hastío
a cuestiones sociales y sin gracia
a mentiras de ayer, de hoy
de siempre.