Pero aún creo en la noche
y en sus regadíos de entregas.
Creo en las estiradas
mañanas, en los mates compartidos.
Creo en la debilidad
de tanta oscuridad.
Creo en ser alguna vez la compañera fiel
del sol y de la
luna.
Creo en la perdición.
Ruego por la niña bizca que me robó todo el cariño
y por el perverso niño
que aún sigue jugándose la vida.
Ruego también por el ahorro y el encierro
de tantas colecciones de moralidad
estudiadas de memoria.
estudiadas de memoria.
Y pido abrigo para este duro invierno
de contactos
cibernéticos.
Mientras tanto me sostengo con firmeza
en la pureza
de mi fe en unas
medias de llama
con mi gordo
dedo al aire
y libre.